Las encuestas electorales que se realizan para la Comunitat Valenciana, una de las regiones en las que es probable un cambio de época en el gobierno de la Generalitat, muestran a Podemos como tercera fuerza política en la Comunitat con 17 diputados y un 15,3% de los votos.
La cuarta fuerza política sería Compromís, cuya diputada Mónica Oltra se ha convertido en el icono de la oposición al oprobioso gobierno de Camps y Fabra al frente de lo que antes se llamó País Valenciano.
Comparto la opinión de los que sostienen que la fuente principal de votos de Podemos es el desencanto y las ganas de haber “tabula rasa” con la situación actual. Pero lo que no comprendo es cómo esos apoyos electorales no se traducen en votos y simpatía por Mónica Oltra y su formación y sí por una formación de la que no se sabe nada en lo referente a la política valenciana: ni sus posibles candidatos o precandidatos en unas primarias, ni mucho menos del programa o las ideas específicas para la Comunitat Valenciana.
Parece que la nueva política comparte elementos con la antigua: importan las marcas, las tendencias y las modas.