Yves CONGAR: Diario de un teólogo (1946-1956). Trotta. Madrid, 2004. 512 páginas.
Hans Küng, en el primer volumen de sus Memorias, citaba continuamente este libro. Diario de un teólogo no es un libro de memorias, sino la publicación de las notas personales de Yves Congar, unos de los teólogos más destacados del Concilio Vaticano II y uno de los más perseguido por la Congregación del Santo Oficio antes del Concilio.
Hablando estrictamente del libro hay que indicar que es una edición de las notas, porque formalmente este diario de diez años nunca existió. De hecho ha habido una selección entre los escritos para centrarse en los procesos inquisitoriales en torno a la teología elaborada por Congar.
El proceso de destrucción de la persona que se realiza en estos procesos inquisitoriales, el aislamiento del entorno, el desenraizamiento, la acusación no formal, las medidas de seguridad, la inseguridad jurídica, el secreto, los consejos interesados, la hipocresía y la radical soledad se muestran en palabras de quien es la víctima.
Pero en el fondo lo más impresionante es el profundo dolor de quien no comprende el ensañamiento, del que no sabe de qué se le acusa y de quien considera en conciencia que no ha errado pero se ve inculpado por todos sitios.
Es un testimonio desgarrador de una conciencia que baraja tanto el abandono de su orden, de la Iglesia o de la vida. Un relato de cómo la “damnatio memoriae” opera en todo su sórdido esplendor.
La edición es prolija en notas a pie de página (del tipo que a mí me gusta). Da referencia de casi todos (si no todos) los que son citados en las más de quinientas páginas. El editor, Étienne Fouilloux, se permite alguna consideración sobre las expectativas del teólogo en ese momento, incluso con algunas dosis de humor, que es rarísimo en este tipo de libros.