El otro día Vox hizo el mayor de los ridículos cuando alguien les recordó que en su programa de 2016 propugnaban la eliminación de la educación especial y ahora atacan a la “Ley Celaá” porque entienden que la elimina. Un partido puede cambiar de opinión y argumentar ese cambio, lo cual sería legítimo y es hasta deseable, pero lo que no puede pensar que los demás son tontos diciendo que era un error tipográfico un medida absolutamente coherente con su contexto.
Pero lo más llamativo es que nadie internamente hubiera advertido de ese pinto programático a los dirigentes de Vox o que los propios dirigentes lo supieran. Da la impresión de que su programa externo es el que es (inmigrantes, España, bandera, feminazis, catalanes y vascos), mientras que el resto que las cosas la ponen de relleno, porque hay que decir un poco de todo, dando igual lo que se piense, lo que se proponga o en lo que sea crea.
Un diputado de Ciudadanos, el pasado fin de semana, reprochaba en Twitter a los diputados de Vox la absoluta despreocupación por las enmiendas al proyecto de Presupuestos Generales del Estado y les insinuaba que ya habían comenzado sus vacaciones de Navidad, algo sin duda cierto.
El trabajo parlamentario tiene dos facetas, como toda labor política: la que se ve y la que no se ve. En Vox se han dado cuenta que el trabajo que no se ve, no te da votos, de forma que han optado por no hacerlo o hacer de una forma absolutamente dejada. Se han acostumbrado a realizar la misma pregunta provincia por provincia, o dato por dato para inflar sus fichas personales en la web del Congreso.
Para ellos el Congreso es exclusivamente un plató de televisión en el que montar un número para mantener calentita a su parroquia, que es de lo que se trata.
La dejadez con lo que no se ve, que no con lo que no es importante, tarde o temprano se transmite a lo que se ve y todo el mundo termina pudiendo ver el desastre. La dejadez, la desidia y la pereza se manifestaron en todo su esplendor en la moción de censura, anunciada en julio y presentada a final de septiembre (no fueran a quedarse sin vacaciones estivales), en la que los dos intervinientes de Vox llevaron intervenciones malas, sin preparación, sin estudio, sin datos y sin conocimiento. Y sí, sé que a millones les da igual.
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