No es la primera vez que Cayetana Álvarez de Toledo deja sus funciones dentro del Partido Popular reprochando al máximo dirigente de éste puntos fundamentales de su política. Pidió no ser incluida en las lista de las Elecciones Generales de 2015, cuando todo el mundo sabía que no iba a serlo.
En una columna publicada el 14 de octubre de 2015, en El Mundo, la ahora ex portavoz del PP en el Congreso atacaba duramente la política territorial, en concreto, las decisiones tomadas respecto a la consulta del 9-N en Cataluña a Mariano Rajoy, entonces Presidente del Gobierno y del Partido Popular.
Es la segunda vez que deja la función que desarrollaba en el PP y esta vez no se ha conformado con una columna en prensa. La primera vez dejaba de ser una diputada de a pie, la segunda la portavocía. La primera dijo irse antes que oficialmente se le echara, la segunda ha sido cesada.
Los ceses en política son normales, pero en muy pocas ocasiones se escenifican como ceses, porque si cesante ni cesado consideran sacar beneficio alguno de tal ejercicio de poder. Se acuerda una dimisión y si el cesado tiene relevancia, se le busca un agujero donde “ser alguien” pero sin poder real.
Como es agosto decidí emplear un tiempo en escuchar las declaraciones y las preguntas de Álvarez de Toledo ante la prensa. La primera impresión que tuve es que la ex portavoz hacía no mucho que se había enterado de que no era la Presidenta del Partido Popular y que es Pablo Casado quien ocupa ese puesto.
Podrá parecerle que Pablo Casado tiene menos capacidad intelectual o política que ella, y puede que sea así, pero de lo que no hay duda es que fue el elegido entre cinco candidatos a la Presidencia del PP. Para poder tomar las decisiones que Cayetana Álvarez reivindicó en la comparecencia en la prensa hay que haber sido elegida Presidenta y ella ni se presentó como candidata.
Y es que Álvarez de Toledo representa un tipo de políticos que llegan muy alto sin recorrer los escalafones del partido del que se trate, lo cual tiene sus ventajas y sus inconvenientes. El principal inconveniente es que tienen la fantasía de que ellos aportan más al partido que el partido a ellos, cuando muchas veces el partido les da una posición que con casi toda seguridad nunca hubieran alcanzado. Como bien dijo Carlos Hidalgo al conocerse la noticia y antes de sus declaraciones, aquí no hay una cuestión ideológica, sino una cuestión de disciplina de partido.
Cayetana Álvarez admitió diferencias disciplinarias, aunque en todo momento quiso presentarlas como ideológicas, porque un cese ideológico tiene una cualidad del que carece que te echen por indisciplinada.
En primer término me llamó la atención que se sorprendiera de que Pablo Casado considerara gravísimo el contenido de su entrevista en El País. Si la cuestión de un gobierno de concentración con el PP como socio menor había sido propuesto en los órganos internos y se había rechazado: ¿A qué viene volver a sacarlo? ¿Sabe además Álvarez a qué suena eso hoy? Porque en el fondo creo que la política popular tiene problemas graves de percepción de los mensajes políticos.
Y lo que uno pienso no es relevante cuando estás en política, sino lo relevante es lo que los demás piensen que tú piensas, el heteroposicionamiento contra el autoposicionamiento. Es cierto que Cayetana Álvarez ha atacado a Vox y sus planteamientos y tiene toda la razón cuando dice que los presuntos “moderados” del PP son precisamente los que gobiernan con Vox (Almeida en Madrid o Moreno en Andalucía), pero debería reflexionar por qué su personas y sus palabras son tan bien recibidas en el entorno de Vox y por qué han sido los dirigentes de la extrema derecha los que se han más en su apoyo. No es lo mismo lo que son las cosas y como se perciben las cosas, y cuando hablamos de ideas, la distancia se hace más extensa.
No comprendo que Álvarez de Toledo ensalzase su propia decisión de dar libertad de voto a los diputados en materias morales. En el Congreso de los Diputados no hay materias morales y materias políticas, son todas materias políticas.
Si yo fuera votante del PP y uno de los elementos que han decidido mi voto por los populares frente a otras opciones ha sido su oposición a los vientres de alquiler, ¿por qué los diputados luego pueden votar lo que quieran? ¿los que se han presentado en mi provincia me han dicho cuál era su posición personal o realmente lo que han hecho ha sido respaldar el programa del partido? Puedo comprender que un portavoz libere a algún diputado, en casos extremos, de la disciplina de voto, pero como norma es incomprensible.
Me llama la atención la fijación de Cayetana Álvarez en el consenso del 78 y que recuerde tan mal los actores de ese consenso. Ella divide el espectro político entre los que participaron de él y los que se quedaron fuera, pero se olvida de que los nacionalistas y el PCE, ahora en Unidas Podemos, fueron destacados actores. Ese repliegue que propone al consenso del 78 es un repliegue con pérdidas y eso también debería ser materia de reflexión.
Sin lugar a dudas la ex portavoz del PP se tiene por una persona liberal y esa autopercepción quiso dejarla patente en la comparecencia ante los medios. Y ello es algo que me llama la atención. Se podría admitir la existencia de dos almas en el PP, el alma liberal y el alma conservadora, pero el alma liberal no tiene el mismo peso, ni la misma densidad que el alma conservadora de los populares. Lo que Álvarez de Toledo piensa que es decisión al nacionalismo, no es más que formas de particularismo propias del conservadurismo, porque nada hay más particularista que un conservador. De hecho “moderado” en el PP es más sinónimo de conservador que de otra tendencia.
Insistió, en su reivindicación liberal, en la libertad y en la igualdad. Repitió varias veces la expresión de “igualdad ante la Ley” y tengo la sensación que ahí se agota su idea de igualdad, en la llamada “igualdad formal”. Que la igualdad ante la Ley es un elemento fundamental de la igualdad en las sociedades democráticas no es cuestionable, pero en esas mismas sociedad la igualdad va más allá y se relaciona con condiciones de vida digna, oportunidades o con acceso universal a determinados servicios. La igualdad de Álvarez es del siglo XIX.
Nada relativo a una vida mejor para los españoles fue proferido por Cayetana Álvarez, porque posiblemente el bienestar de los ciudadanos, más allá de la libertad y la igualdad formal no esté entre sus prioridades. Por eso cuando leo a alguno decir que han escuchado los ecos de Rawls en sus palabras, me gustaría tener su dirección para regalarles A Theory of Justice, aunque sin la esperanza de que lo lean y lo comprendan. La ex portavoz del PP, que tiene su palmeros, es sin duda una de las personas más sobrevaloradas intelectualmente en la España actual.
Una prueba del desinterés de Cayetana Álvarez de Toledo por el bienestar de los españoles es que la única exclusión que no le reprocha a Pablo Casado es la de la negociación de los Presupuestos Generales del Estado. Es en los PGE donde se decide la política de verdad, no la de las palabras sino la de la colocación de los recursos limitados, que es política que a Álvarez no le interesa.
Responder