Cuando Felipe González o José Luis R. Zapatero sufrieron pitadas durante actos públicos en Madrid, desde el PP se apeló a la libertad de los ciudadanos para expresar su opinión; cuando fueron los presidentes populares los que padecieron y padecen pitadas públicas, escrutan hasta extremos hilarantes el Código Penal para sancionar la conducta o aprueban leyes administrativas sancionadoras.
Para Podemos y su entorno animaron y jalearon los escraches como expresión del hartazgo ciudadanos, pero cuando unos policías municipales se quejan en forma de escrache de la eliminación de unas unidades (realmente de la eliminación del complemento anexo a esas unidades), hablan de acoso.
Populares y podemitas tienen una moral que es en sí pura perspectiva: lo bueno es lo que me beneficia y lo malo es lo que me perjudica. Así se describe la política y la acción del primer y del tercer partido de España. Podemos y el PP se han encontrado y comienzan a necesitarse.
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