La izquierda fue internacionalista hasta la Primera Guerra Mundial. En esa maldita fecha, millones de jóvenes dejaron los vidas en los lodazales de Europa y los izquierdistas compartieron el nacionalismo con la derecha política. Hoy en día vemos normal que haya formaciones nacionalistas tanto de izquierda como de derecha.
La CUP es una formación muy de izquierdas y muy nacionalista. El famoso empate en la Asamblea refleja perfectamente este doble alma de la Candidatura de Unidad Popular. Apostar por terminar el “proceso” o pactar con los responsables de la situación económica y social contra la que luchaban. Independientemente de cuál hubiera sido su opción entonces y ahora hubieran traicionado a la mitad de su ser.
La pregunta es ¿por qué han preferido traicionar al alma izquierdista y no al alma nacionalista? La cuestión es compleja pero creo que tiene que ver con la alma postergada. Los nacionalistas y soberanistas fundamentan su postura de que es mejor un Catalunya independiente en la idea de que los catalanes están siendo expoliados por los españoles y que, desde un punto de vista exclusivamente económico, el fin de la “opresión” mejorará la vida de los catalanes. Con independencia no habría crisis, ni corrupción, ni problemas sociales.
La idea creada de que o ahora logran la independencia o tardarán tres siglos, ha calado en los dirigentes de la CUP. Y todo el mundo quiere escribir la Historia. De paso la tremenda alegría del otro sector, especialmente de la derecha españolista, por las decisiones de la CUP también ha ayudado a sus dirigentes a no intentar llegar a la repetición de las elecciones.
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