Comenzaron con los adjetivos sustantivados “cristiano” y “católico” y los convirtieron en sinónimo de amargura, de desprecio al diferente, de altanería y de ignorancia. Luego se adueñaron del término “liberal” y atacaron a la libertad usándola como tapadera para esconder sus corrupciones. Ahora destripan el adjetivo “centrista” para convertirlo en sinónimo de extremista, de radical, de autoritario.
Será porque acabo de escuchar los versos de Patty de Frutos… pero tu prosa me sabe a poesía.