Cuando España pidió el rescate para poder salvar a nuestro sector bancario de la quiebra (evitar que los españoles perdieran todos sus ahorros), el gobierno se empeñó en no llamarlo rescate y tiró de los creadores de eufemismos.
Oímos hablar de “préstamo favorable”, “ayuda”, “apoyo financiero” o “línea de crédito”; incluso Rajoy habló “de lo de ayer” para referirse al acuerdo para rescatarnos.
La posición de Grecia ha fracasado a la hora de la verdad. O aceptar el rescate o la quiebra.
El primer ministro griego ha elegido aceptar definitivamente la prolongación del rescate pero se empeña en que nadie, ni dentro ni fuera de Grecia, se le llame rescate. Se han referido al rescate como la “continuación del mecanismo de crédito”, “programa actual” o “programa intermedio”.
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