“De profundis clamavi ad te, Domine”, así comienza el salmo 130 en la versión latina de la Biblia.
Si el salmista clamó desde lo profundo de su ser, muchos españoles se disponen a posicionarse electoralmente también desde lo profundo de su ser. Indicada Ignacio Urquizu que el voto a Podemos se alimenta de un discurso negativo y que correlaciona con los niveles más bajos de felicidad declarada.
Cada uno de los casos de corrupción que se dan a conocer a diario incrementa el cabreo de muchos ciudadanos y hace que un grupo numeroso de ellos decida cruzar la línea y considerarse “antisistema” porque el sistema les apesta. Es una decisión reactiva.
A la inmensa mayoría les importa poco o nada las trifulcas internas de Podemos e incluso sus propuestas y concomitancias con regímenes dudosos. Podemos se ha convertido en el refugio para el que, con muchos motivos y más razones, ha traspasado cualquier aguante y quiere destrozar lo existente pero, eso sí, solamente con su voto.
El voto a Podemos, el que sale en millones en las encuestas, es el de las personas que están hartas y que piensan que se están riendo de ellos en sus caras. Mientras esa percepción siga existiendo y la sigan alimentando, Podemos subirá.
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