La “reductio in Hitlerum” anda camino de convertirse en el elemento explicativo de cualquier crisis internacional con resonancias bélicas que se da con países del primer mundo o medianamente poderosos implicados. Todo lo que sucede es una réplica de los años anteriores a 1939, con su Hitler, su Churchill y su Chamberlain, por supuesto.
Recuerdo cuando la Segunda Guerra del Golfo se hablaba de parar los pies a tiempo a los tiranos y no hacer acuerdos con ellos porque eso solamente nos podía llevar a un mal mayor. Hitler era Sadam, Churchill era el interlocutor que estaba a favor de la guerra (o los estados que se involucraron en ella) y la cruz de ser Chamberlain era para el interlocutor que planteaba objeciones (o para los estados que se opusieron a ella).
Durante la tarde de hoy ha circulado un retuit de la imagen situada sobre este párrafo donde se recurre a lo de siempre, pero con el sabor de poner a Slobodan Milosevic, por si a alguno Hitler le empezaba a caer un poco lejano. Pero no, Putin no es Hitler, ni los ahora gobernantes ucranianos unos angelitos inocentes en manos del nazismo, ni Europa está buscando a su Churchill. Han pasado muchas cosas y la historia no se repite, sobre todo, porque al conocerla modifica ya nuestra percepción. Tampoco Rusia es la Alemania de los años treinta, ni Ucrania es Checoslovaquia o Polonia, ni Crimera es la ciudad de Danzig.
Evidentemente se buscan patrones, relaciones, causas comunes dentro de las Relaciones Internacionales, pero que todo lo que nos quede de vida y de conflicto internacional sea una mera repetición de lo acontecido desde los Sudetes al 1 de septiembre de 1939 es de una flojera intelectual digna de Wert y sus secuaces.
“Flojera intelectual digna de Wert y sus secuaces.”
No te conozco y te amo