El Arzobispo de Valladolid no ve con buenos ojos que la Vicepresidenta del Gobierno sea la pregonera de la Semana Santa local. Lo hace sobre la base del incumplimiento, por parte de la Vicepresidenta, del mandado de boda canónica para los bautizados, ya que ella solamente ha contraído matrimonio según los preceptos del Código Civil.
Por más que ahora el prelado se desdiga, coincido con Schevi en que tenía toda la razón y que no se puede querer tener todo. Pertenecer a la Iglesia y participar de sus acciones es una opción personal, por lo que no tiene sentido que participe quienes se desvinculan de ella en sus decisiones fundamentales.
Resulta que, para los católicos, cuando uno es del PP, exceptuando a unos pocos obispos, es uno de ellos. Sus buenas razones tendrán pero antes, los católicos, pedían algo más por dar su apoyo incondicional.
Discrepo en la esencia de la fundamentación por que no se puede considerar la Semana Santa sólo en su dimensión de actividad religioso-eclesial, ya que se financia con dinero público (¿qué ayuntamiento no da subvenciones a las hermandades, les cede los beneficios de los palcos y se tiene que hacer cargo de la limpieza de las calles y regulación especial de tráfico?) y son actos populares.