Irán no es una democracia, por más que haya habido elecciones desde hace años. Irán no es una democracia porque ha limitado la democracia solamente a aspectos procedimentales: elegir a unos señores que no pueden ejercer el poder soberano.
En todo caso poco es mejor que nada y el régimen iraní ha estado vendiendo a sus ciudadanos la existencia de una democracia por el mero hecho de que hubiera elecciones con pluralidad de candidatos (previamente avalados por el régimen).
La crisis que se ha suscitado después de las elecciones presidenciales, en las que había un inusitado interés por proclamar la victoria de Ahmadineya, rompe las ilusiones democráticas con las que el régimen iraní se ha estado autolegitimando.
La oposición es puramente reformista, es decir, no quiere un cambio de régimen pero sí pide cosas importantes tales como que se cumplan las leyes del propio régimen (asunto que aupó a Jatamí a la Presidencia) y que se pare la galopante corrupción en el gobierno.
No propone una quiebra del régimen, aunque la victoria opositora sí podría remover las bases sociales informales que sostienen el “status quo”. Bases sociales que se benefician de que el imperio de la ley solamente sea un conjunto de palabras sin efectividad alguna o que se enriquece con los puestos que mantienen dentro de un sistema donde los controles no existen y en el que todo está ideado para que nada cambie.
Con ocasión de las pasadas Elecciones al Parlamento Europeo me he reafirmado en la idea de que nuestro sistema, a pesar de ser algo pesado y anticuado, sí tiene garantías suficientes para la limpieza del procedimiento. Asuntos tales como que haya o no papeletas, la presencia de los interventores, el funcionamiento de las redes de comunicación o la composición ciudadana de las meses electorales son fundamentales para que gane quien tiene a la mayoría de los ciudadanos detrás. Estos “detalles” no son tonterías de apoderados o de políticos, son fundamentos de la democracia.
La fantasía de la democracia procedimental iraní se está deshaciendo entre denuncias de fraude, organismos oficiales dando datos diferentes, manifestaciones reprimidas sólo de los opositores y la sospecha creciente de que algo ha pasado cuando de las autoridades solamente se reciben proclamaciones, actos de adhesión e intento de decir que todo el que no esté de acuerdo a quien realmente está vendiendo Irán a las potencias extranjeras.
Os recomiendo el resumen que en “Lo dudo mucho” han hecho de estos días locos desde que se abrieron los colegios electorales en Irán.
Nuestro sistema también es una “democracia procedimental” (frente a la “democracia militante”). Creo que confundes el término con el de “democracia formal” frente a “democracia sustancial”.
Saludos.
La formalidad en la democracia es el procedimiento, frente a la materialidad que se concentra en los DDFF y las LLPP.