Parece que el Presidente de Brasil no va intentar un tercer mandato, siguiendo la línea de Chávez, o a la que Uribe está a punto de incorporarse, de forma que descarta cualquier reforma constitucional, directa o indirecta, que le permitiría un tercer mandato al frente de Brasil.
No soy partidario de la limitación de mandatos, ya que pienso que es bueno que los ciudadanos puedan votar a quien quieran y que sean ellos, y no un límite abstracto y “a priori”, los que decidan que alguien debe abandonar el poder.
Esto no quiere decir que la decisión de Lula da Silva no me parezca digna de encomio, porque me parece que él al renunciar a una reforma constitucional, apuesta por la fortaleza de las instituciones y huye del personalismo populista característico de la política latinoamericana.
Es bueno, en ese contexto, que un Presidente con un 80% de popularidad envíe el mensaje de que en la vida pública lo realmente importante es que las instituciones funcionen razonablemente bien y no estar esperando un momento mesiánico durante décadas. También el Presidente Lula se retira de la Presidencia pero no deja de ser un referente en su país, referentes que en Latinoamérica se necesitan y escasean. Probablemente Lula, marchándose, le dé estabilidad a Brasil.
La limitación de mandatos tiene todo el sentido en los regímenes presidencialistas, donde el Presidente no tiene una figura opositora que le haga sombra. En los sistema parlamentarios, el centro de la vida política está en la cámara representativa, donde el primero ministro tiene que enfrentarse al debate con los líderes de los demás partidos.
Es evidente que en un sistema presidencial, el desequilibrio entre gobierno y oposición es mucho mayor que en el nuestro. La limitación de mandatos es, por tanto, una forma de limitar el amplio poder de influencia del Ejecutivo.
“Chaves” es el político andaluz, actualmente en el Gobierno de España. El presidente venezolano es “Chávez”.
Un saludo.
Cierto. Mala pasada de mi dislexia. Procedo a corregirlo.
Hemos comprobado con Aznar que el político que sabe que no se la va a volver a jugar, porque no se presenta, como no tiene ningún miedo de perder se dedica a hacer lo que le viene en gana, en pleno ejercicio del español “y quien venga detrás de mí, que apechugue”. Es algo parecido, dentro del juego político, al yihadista que se pone un cinturón lleno de bombas y se lanza contra la embajada estadounidense de turno… ¡No tiene nada qué perder!
Estoy de acuerdo en tu análisis de la situación en Brasil, aunque yo sí soy de los partidarios de limitar mandatos :P