Paul Newman ha muerto. Ha dejado en el mundo de los vivos, ha dejado de ser actor y hasta persona para convertirse en un mito y como tal seguirá habitando este mundo. Algunos artistas, no todos, tienen la posibilidad de la inmortalidad transformando su existencia humana en existencia mítica. Y de esto quiero hablar un poco.
Esta forma de pervivencia que tendrá Newman y que ya tienen otros (con más o menos merecimiento) no es el simple recuerdo. Newman ha quedado reducido a su profesión, a ser actor y las obras de un actor cinematográfico tienen la incomparable ventaja de que su obra se actualización cada vez que se proyecta, de que no es un recuerdo sino que es un presente. Lo mismo hacemos con los que escriben cada vez que leemos sus escritos.
Para un actor cinematográfico el mejor homenaje no es un recuerdo, una plaza ni una estatua, sino ver lo que ha hecho y verlo como el primer día, porque la obra cinematográfica vive en un continuo presente. Puede que nosotros cambiemos, pero no una actuación en una película (para algunos esto no es tan positivo y querrían borrar algunas de sus actuaciones).
Paul Newman es ya un mito. Un mito que habita en sus actuaciones que no son recuerdo, sino puro presente.
La diferencia con Paul Newman es que no hacía falta que muriese para ser un mito. A diferencia de James Dean, que se convirtió en mito al morir.
Uff, qué mal redactado ése comentario. Hoy estoy bastante gris.
Bueno, usted ya entiende a qué me refería.
No sé si está mal escrito o no, Edgar, pero tu comentario es muy acertado: a Newman le sobraba morirse.
Saludos.
Teneis razón él ya era un mito.